Provocando una ola de indignación antisemita en el pueblo alemán, el atentado fue la chispa perfecta que necesitaba el gobierno nazi para levantar al pueblo contra los judíos. Wolfgang Benz afirma “esta fue la excusa que se le presentó a Goebbels (ministro de propaganda del partido Nazi) para un discurso provocador destinado a excitar la cólera espontánea del pueblo contra los judíos”.
En la noche
del 9 de noviembre de 1938 hubo un estallido de violencia contra los judíos en
todo el estado. En dos días, sinagogas fueron quemadas, comercios de judíos
fueron destrozados y saqueados, docenas de judíos fueron asesinados, y
cementerios, hospitales, escuelas y hogares judíos fueron saqueados mientras la
policía y las brigadas de bomberos se mantenían al margen. Kristallnacht, la
"Noche de los cristales rotos", por los cristales destrozados de los
escaparates de las tiendas que llenaron las calles.
La mañana
posterior, 30.000 judíos alemanes fueron arrestados por el "delito"
de ser judíos y fueron enviados a campos de concentración, donde cientos de
ellos murieron (Dachau, Buchenwald,
Mauthausen y Sachsenhausen)Algunas mujeres judías también fueron arrestadas y
llevadas a cárceles locales. Se prohibió que los negocios propiedad de judíos
reabrieran a menos que fueran administrados por no judíos. A los judíos se les
impusieron toques de queda, que limitaban las horas del día en que podían salir
de sus casas.
Según datos
oficiales del gobierno alemán en la fecha murieron 91 judíos aquella noche, se
quemaron 191 sinagogas, unos 7.000 comercios fueron saqueados y 26.000. Después
de la "Noche de los cristales rotos", la vida fue todavía más difícil
para los niños y adolescentes judíos alemanes y austríacos. Los menores, que ya
tenían prohibido entrar a museos, parques públicos y piscinas de natación,
ahora eran expulsados de las escuelas públicas.
Por si fuera
poco se obligó a los judíos a pagar la rehabilitación de las fachadas de sus
comercios y contribuir económicamente a reparar todos los daños que se hubieran
producido aquella noche.
Tres días
después se hizo balance de este pogromo y se decretaron nuevas medidas
antisemitas. A medio plazo la "Noche de los cristales rotos"
consiguió el objetivo del gobierno nazi y forzó la emigración judía. Lo que
inicialmente empezó como una discriminación violenta hacia los judíos desembocó
en la deportación y el exterminio de miles de personas
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